sábado, 20 de junio de 2009

Las dos Lunas

Una gran pena lo invadía, era viernes por la noche y decidió cambiar la historia. Se fue a una fiesta, en una vieja casa de San Telmo. Durante el viaje se dio cuenta que ese sería el remedio para su pesar; la Luna que hermosa brillaba en el cielo negro se lo advirtió.
En la fiesta se divirtió y olvidó su pena, aunque no pudo bailar, estaba como hipnotizado y pensó entonces que se había equivocado.
Camino a su casa la volvió a ver, la Luna lo acompañaba en su recorrido, brillaba en el cielo. Se puso contento y en cada esquina la espiaba para ver si seguía junto a él. En una vuelta de la calle la perdió, se asomó pero no la vió. Entonces detuvo la marcha, se estacionó y la buscó, no la encontró. Se estaba dando por vencido y por un momento cerró los ojos, cuando los abrió nuevamente la vió, pero ya no brillaba en el cielo, ahora estaba ahí, sentada a su lado, entonces la abrazó y supo que esa era la noche que él había soñado, su noche mágica, aunque no hubiera río como en su sueño, estaban las dos Lunas, la del cielo y la suya.

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