viernes, 23 de octubre de 2009

Aquella noche

Aquella noche que te conocí
sólo tu podías brillar;
la caricia que tu pelo me brindaba
hizo que no te pueda olvidar.
Afuera lluvia, dulce momento lleno de magia,
esa que tus ojos emanan.
Y vinieron esas líneas
garabatos de un aturdido corazón;
y tu permiso a explorarlo
y gozar de tu compañía,
cada día mas difícil de olvidar.
Olvido, palabra que no va contigo
¿cómo olvidar tu sonrisa?
¿cómo olvidar tu dulzura,
el sabor a frutos de un bosque de cuentos
que tus labios me ofrecían?
Ahí estabas, ahí estábamos
mezclados con lo cotidiano,
y nuestros sueños, o mis sueños;
te acercabas, te alejabas
y en mi alma te arraigaste.
LLegaste para conquistarla,
no se cómo sabías hacerme felíz,
cómo hacer que me sienta fuerte,
cómo hacer que me crea importante.
Desde aquella primavera cero,
contemplar el río bajo la luz
de una luna que no fue,
reveldías que qudaban en bosquejos
de quince minutos junto a un poste.
Pasó el tiempo, pasaron cosas,
obligron al destino a desviarnos.
Creí que la distancia nos acercaría
¡Qué locura!
Creo que llegó nuestro otoño
donde todo lo que floreció se cae.
La distancia y el tiempo son
como la sequía para las astromelias;
ahora sólo resta sobrevivir este invierno
guardar el bulbo de esta flor
para esperar otra primavera
y exponerla al sol, a la luna,
a la lluvia, y al viento
y hacer que brote nuevamente
con mas fuerza y mas color.

No hay comentarios:

Publicar un comentario